Perú ha avanzado en la lucha de la reducción de la pobreza rural, pero no hay una estrategia frente a la pobreza en las ciudades
- La pandemia demostró la importancia de contar con un sistema de información que permita una correcta focalización para los programas sociales.
- Las entregas de alimentos no han resultado eficientes frente al problema del hambre. Si se opta por esa estrategia, es mejor recurrir a las ollas comunes.
El jueves 13 de abril se llevó a cabo la tercera reunión del Grupo de Trabajo de Lucha contra la pobreza, como parte del proyecto Construyendo Diálogo Democrático, ejecutado por el Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES) con financiamiento del National Endowment for Democracy (NED). Este grupo es liderado por Norma Correa Aste, antropóloga y docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
Ponencia
La ponencia central del día jueves estuvo a cargo de la economista Lorena Alcázar, investigadora principal del Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE), quien presentó un balance de las acciones del Estado frente a la pobreza y de la situación de los programas sociales antes y durante la pandemia por la COVID-19. Como explicó Alcázar, han habido logros en la lucha contra la desnutrición y la reducción de la pobreza rural pero no hay un plan de protección social frente a la pobreza urbana.
“Entre el 2021 y 2022, la pobreza rural vuelve a sus niveles pre pandemia, pero la urbana se queda bastante alta. Tenemos que tener claras estas diferencias para cualquier estrategia o discusión futura”, explicó. Además, la investigadora precisó que también hay otras variables a tener en cuenta para analizar las brechas de pobreza. Por ejemplo, el género, la etnia, la situación de discapacidad, entre otras.
Lamentablemente, la pandemia también mostró los costos de tener un sistema de focalización desactualizado, un problema que ya se había identificado anteriormente y que perjudicó la llegada a las poblaciones más vulnerables. Como explicó Lorena Alcázar, el período de la emergencia sanitaria también dejó evidencia de algunas estrategias ineficaces. Por ejemplo, la entrega de canastas, que implica un esfuerzo y una inversión que finalmente no tiene los resultados esperados.
Recomendaciones
Por ello, una de las recomendaciones de la investigadora es que la entrega de alimentos sea una estrategia que se trabaje a través de las ollas comunes, organizaciones que han tenido gran importancia en la lucha contra el hambre en nuestro país. Sobre ese punto, Alcázar plantea continuar el trabajo de registro de las ollas comunes, aliadas en la focalización, y también asegurar mecanismos de control y supervisión para evitar la politización de estas organizaciones y mantener su capacidad de respuesta.
Finalmente, la investigadora resaltó que las ayudas para aliviar la pobreza pueden estar acompañadas de otros componentes. Por ejemplo, las lideresas de las ollas comunes podrían recibir capacitaciones que fortalezcan sus habilidades de gestión. Ese tipo de implementaciones han funcionado bien en el programa Trabaja Perú, que muestra resultados importantes de empleabilidad; y en el programa Juntos, que ha mostrado logros en nutrición.